martes, octubre 09, 2007

El Orfanato: Fantasmas de la vieja escuela


Cada vez me recomiendo a mi mismo y al prójimo conocido que se siente en una butaca cercana, que intente despojarse de equipaje prejuicial y de información previa ante los estrenos mas “esperados”. Y “El orfanato” sin duda era esperado.
En esa línea, y sin querer justificar el resultado de la película, creo que hay que partir de la premisa de que en el tema de los fantasmas, como en otros del cine, está todo inventado. Observaba a otros colegas en el pase de prensa en Madrid cómo prestamente recurrieron a Clayton, Hitchcock o el propio Amenábar para analizar el asunto, con el fin de concluir que la cosa sonaba a ya vista. Olvidando, sin embargo, que estos y otros cineastas referencian constantemente sus propias experiencias cinéfilas.
Por supuesto que aquel que acuda a contemplar “El orfanato” recordará “Otra vuelta de tuerca”, “Psicosis”, “Los otros”, “El ente” o “Poltergeist”, por citar ejemplos. Pero también se puede encontrar un interesante engranaje de estilos sin resultar un pastiche. De hecho la película puede contentar a muchos paladares: aquel que busque el llamado “terror psicológico” (que término!); la iconografía del mas allá; o cuatro sustos bien dados, según se prefiera.
Imágenes mas o menos imprescindibles para una historia de fantasmas se suceden: objetos que cambian de lugar, golpes en los techos, columpios que se mueven solos, mediums, espantapájaros y sacos a modo de máscara…Y sin embargo todo funciona, encaja, hasta llegar a un final desgraciadamente previsible pero no por ello desagradable.
Interesante diseño de producción, excelente fotografía, música por momentos brillante, existencia de dirección de actores (que lujo), interpretaciones al menos solventes (esforzada la de Belén Rueda, curiosa la de Geraldine Chaplin), claridad expositiva, y un guión bastante bien estructurado. Quizá sobre algún que otro plano de “pasillo amenazador” y el epílogo, posiblemente imprescindible para el público americano, pero tampoco molesto. Y entretenida, bastante mas entretenida, ¿Qué vamos a pedir mas?.
Después para genialidades, mejor volver a visionar los clásicos, y para originalidades en los tiempos que corren, ver cine oriental. Mientras, películas como esta dignifican los géneros al menos en el plano estrictamente formal e industrial, y más tratándose de una ópera prima, bastante honesta por cierto.

Víctor Matellano

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