domingo, julio 27, 2008

El Caballero Oscuro: “Ledgendaria” sonrisa roja


Si hace unas semanas hablaba de la ópera prima de Nacho Vigalondo como un trabajo conocido desde antes de su estreno por todo lo que ya se había escrito de ella acerca de su rodaje, de la calidad de la cinta, de sus ventas en el extranjero antes de su adquisición en su país de origen… “Los cronocrímenes” se queda a la altura de la anécdota si la comparamos con la nueva aventura de Batman. Sin el nombre del Hombre murciélago en el título, un auténtico acierto en palabras del protagonista y también de quien esto escribe y firma, “El caballero oscuro” tiene ya la impronta de leyenda. Las enormes cifras de taquilla en Estados Unidos y las excesivamente buenas críticas, así lo acreditan. Pero en situaciones normales ni las primeras hubieran llegado a tanto ni las segundas hubieran sacado la película del casillero de mediocre al que en realidad pertenece.
La situación normal que rodearía a una película basada en un cómic sería el escepticismo de la prensa y el cabreo de los fans, que no entienden que la crítica no quiera ver efectos especiales. Por supuesto que hay ejemplos de grandes pantallas honradas con brillantes adaptaciones de cómic, pero los fans siempre tienden a ampliar el número de las elegidas. La situación normal también sería que todos los actores de la cinta pudieran hacer la promoción de la misma y recibir en persona los aplausos que se le quieran dedicar, pero a diferencia de otras, a “El caballero oscuro” le falta uno. Y no uno cualquiera, sino la estrella de la función. Heath Ledger falleció a principios de año sabiendo que había hecho bien su interpretación de Joker pero sin poder comprobar hasta qué punto era capaz de provocar miedo entre los espectadores que lo verían desde las butacas. Se habla de nominación al Oscar, cosa que no ocurriría si Ledger estuviera vivo, porque las películas de género no se consideran nunca para premios de mayor categoría que los técnicos.
¿Hasta qué punto “El caballero oscuro” merece todo esto? Hasta un punto muy escaso. No es que sea malísima, no es la peor que se ha estrenado este año. Pero por un lado, no es tan buena como la predecesora, “Batman begins”, dirigida también, como ésta, por Christopher Nolan y por otro los acontecimientos extra cinematográficos están agrandando una producción que pretende más de lo que consigue, que cuenta demasiadas historias sin centrarse nunca en mantener una estructura fija en la que no perderse y que aburre a ratos por la aglomeración de acontecimientos ya citada. Encontramos momentos espectaculares, los superhéroes tienden a darlos, caso de la parte final o de todo cuanto ocurre en el hospital, pero no engancha desde el comienzo y en ningún caso piensas, mientras la ves, que una tercera no puede llegar a ese nivel.
Mucha culpa de esto la tiene, a mi parecer, el éxito de la que se estrenó hace tres años, la responsable de darle un giro a las adaptaciones iniciadas por Tim Burton, convirtiendo a Batman en un díptico adulto y oscuro, no sólo en el título, que no es gratuito y tiene doble significado, sino en el estilo y en la estética. Nolan confía demasiado en si mismo y hace mal porque no hay que peder la medida de las cosas. Y a Batman también hay que cortarle las alas. Afortunadamente para eso está el Joker, un Ledger sublime al que hay que escuchar en versión original para que, al igual que ocurriera con Javier Bardem en “No es país para viejos”, nos aterrorice en toda su dimensión. Como los grandes villanos da miedo cuando habla, da miedo cuando calla, da miedo verlo entrar en escena y descansamos cuando sale de ella.
Si dejáramos la duración en dos horas y le quitáramos la media restante hasta llegar a sus 152 minutos, posiblemente tendríamos una obra más compacta y de mayor calidad. Digan lo que digan los críticos y académicos bajo la influencia errónea. Heath merece un Oscar. No por lo que lo van a premiar si lo premian, sino porque, como cuando se enamoró de un cowboy y sólo se atrevieron a pensar en dorado, sin acabar de teñirle las manos de este color, está grande, enorme, descomunal. Poco más que él y su malévola sonrisa pintada en la cara valen la pena de esta cinta. Sean serios aquellos de cuya opinión el público se fía y aquellos de quienes los premios dependen.

Silvia García Jerez

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1 Comments:

Blogger Javier said...

Sincera y acertada tu critica, al igual que vos pienso que esta Batman se queda a medias, me gustaria que leyeras mi critica sobre esta pélicula chao y que estes bien...

12:09 a. m., julio 28, 2008  

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