"Zodiac", el mejor Fincher

Como lo leéis. Quien esto firma tenía como obra culminante del director la espléndida El club de la lucha, cuyo final estropea un conjunto más que sobresaliente pero que no alcanza, precisamente por una conclusión no creíble, el objetivo de pieza maestra. Pero este Zodiac sí. Aquí David Fincher hace gala de un talento innegable, de un pulso que pocos tienen a la hora de manejar todos los hilos. No se le escapa nada a Fincher en su nuevo título, ni los actores, ni un guión medido con mecanismo de relojería, ni siquiera la utilización del formato panorámico, lo que pondrá en evidencia a las distintas televisiones cuando la cinta pase a la pequeña pantalla y en ella se vea, como habitualmente, la película en todas sus pulgadas, con lo que no sólo veremos caras alargadas sino que perderemos personajes.
Pero ahora, afortunadamente, hablamos de ella de cara a su estreno en cine, y lo cierto es que nadie debería perdérsela. Pero hay que hacer una advertencia: no se trata de una película de género. La trama es acerca de un asesino en serie, sí, pero no desde su punto de vista, sino del de aquellos que quisieron darle caza entre las décadas de los 60 y 70, por lo tanto se trata más de un relato de acontecimientos respecto a la investigación que seguía a cada asesinato que de una recreación en cada uno de ellos. Porque no voy a negar que los vemos, pero Fincher no les da la importancia que un aficionado al género le daría, y eso hace que a los fans de títulos más sangrientos vaya a decepcionarles. Para poner las cosas claras, mezclar Todos los hombres del presidente con Memories of murder y El silencio de los corderos. Por este orden. Es la mejor manera de definirle a alguien Zodiac.
Dicho esto poco más se puede añadir. Sólo cabe recomendarla porque sin duda alguna es, hasta la fecha, la mejor película norteamericana hablada en inglés. Una pena que Fincher no haya prohibido doblarla, como sí hicieron Mel Gibson con su Apocalypto, en maya, y Clint Eastwood con las japonesas Cartas desde Iwo Jima, las otras dos cintas norteamericanas más válidas del año. Pero el hecho de que vayáis a verla porque doblada sí os apetece no va a hacer que os guste más, porque alguno se va sentir timado con un final, que ocurre dos horas y media después del inicio, que tal vez no espere, por muy cierto que fuera, ya que se trató de un caso real. Y la verdad es que, si lo pensamos bien, el final es un poco lo de menos, lo que importa es el trayecto, y no puede ser más fascinante. Es una pena que Zodiac no se estrene a finales de año, porque merecería que los académicos se acordaran de ella para otorgarle algunas de esas estatuillas doradas con que Hollywood premia, en teoría, a lo más destacado de su producción.

Silvia García Jerez